A propósito de las celebraciones de la Semana Santa donde vemos las mayores manifestaciones que Fe: representaciones cargadas de sangre y dolor, autoflagelaciones entre otros castigos y penitencias autoimpuestas, volteen a ver a Filipinas donde cientos de hombres se crucifican. Hablo por la tradición Cristiana porque es el medio en el que he crecido, sin embargo, podemos girar hacia cualquier grupo religioso y encontrar estas y otras más intensas formas de manifestación de fervor.
En la siguiente imagen...
En pleno Siglo XXI, cuando la ciencia ha ofrecido respuestas a muchas de las preguntas básicas de la humanidad (no a todas) no escapa a la mente la interrogante de ¿porqué la gente continúa creyendo en seres y causas sobrenaturales? ¿porqué seguimos creyendo en Dios? Y pónganle el nombre que quieran. Lo primero que podrían pensar es que el creer en Dios determinaría un estatus cultural o educativo inferior respecto a los no creyentes o ateos. Sin embargo, lo cierto es que mucha gente con formación profesional, incluso científica, no abandona y en efecto lleva a la par, sus conocimientos adquiridos por la vida académica junto con aquellos Dogmas de Fe y demás principios inculcados por la Religión. Por cierto, para que un grupo que se distingue por cierta corriente sea considerado Religión debe cumplir con 3 requisitos según Dan Brown en "El símbolo perdido": Asegurar: salvación. Creer: en una Teología precisa. Y convertir: a los no creyentes.
Las primeras explicaciones a la existencia de creencias religiosas en la especie humana proponen una confusión entre la realidad y los sueños provocada por un cerebro primitivo presente en los primeros Homos, o bien, por el miedo natural a la vulnerabilidad de la condición humana ante fenómenos como la muerte.
Los organismos balancean sus actividades de manera que se promueven aquellas implicadas en el aumento de su éxito reproductivo. La Selección Natural ha moldeado en nuestro sistema nervioso mecanismos de toma de decisiones para responder exitosamente a circunstancias ecológicas variantes. Los rituales religiosos son una muestra visible de desperdicio de recursos (y energías). La Ecología de la Conducta ha propuesto a la creencia religiosa como una señal costosa que muestra el nivel de compromiso con un grupo específico, o sea, el primer beneficio adaptativo de la religión es facilitar la cooperación dentro de un grupo. Aquellos grupos que presentan una conducta religiosa perduran a través del tiempo, a diferencia de quienes no la presentan. Cuando un individuo participa en un ritual es porque se identifica con su grupo y cree en lo que el grupo significa, es decir, se compromete y aumenta la confianza en que además participará en otra actividad como la búsqueda de alimento, cuidado de los niños o la defensa del grupo, sin que esto implique un parentesco "familiar" con sus compañeros. Un compromiso grande se traduce en cooperación grande dentro del grupo. Comunidades que demandan más a sus miembros, sobreviven más tiempo, ya que provocan una cooperación entre ellos para alcanzar objetivos comunes.
El darle una característica sobrenatural a la religión le confiere inmediatamente a ésta una ventaja para su propagación. Los dogmas en los que se basan las religiones no pueden ser probados o refutados. Entonces uno podría adoptar la siguiente solución propuesta por Pascal: “Es mejor creer en Dios, porque si él existe hay posibilidades de ganarse la felicidad eterna; mientras que si no se cree en Dios, y él existe, se gana la condena eterna; pero si creemos y él no existe, no habría ninguna diferencia.” Además, para Jesse Bering, autor del libro “El instinto de creer”, la creencia en dioses inhibe un comportamiento que pueda causar problemas sociales, la ilusión de un observador prohíbe hacer algo que por razones egoístas se desea hacer.
¿Cuál es el problema inmediato de la Religión? Si la ésta promueve la solidaridad dentro de un grupo, entonces probablemente ha jugado siempre un papel importante en los conflictos entre grupos, perdiendo así el valor adptativo original de promover cooperación. Creo que no es necesario hacer mención a todas las “Guerras Santas” y demás conflictos hechos “en el nombre de Dios”. Pero obviamente que (con pinzas de relojero) hay que manejar los propios conflictos dentro de los grupos que acarrean el llevar un grado de religiosidad de mayor o menor intensidad, no debe escapar esa idea tampoco, por mencionar sólo un ejemplo, en México existe este grupo de mujeres Católicas por el Derecho a Decidir; son mujeres que no viven peleadas con su religión, se asumen como creyentes y profesas de la Fe católica, pero exigen se respete su derechos sexuales y reproductivos, obviamente son mal vistas por el resto de católicos que llevan una vida con ideales radicales, más conservadores.
El éxito del pensamiento religioso a través del tiempo se debe además a una fijación tal que se puede hablar de una “mente religiosa” según la cual las capacidades cognoscitivas que nos hacen exitosos como especie, también trabajan para crear una tendencia común al pensamiento sobrenatural. Los seres humanos poseemos en nuestro cerebro una red de circuitos o “módulo de Dios”, reflejo de lo anterior son las coincidencias que enlazan las diferentes creencias religiosas (sin contar aquellas que han sido modificadas durante los diferentes procesos de evangelización). Incluso los niños tienden a inventar espontáneamente el concepto de Dios sin intervención adulta; así como a observar un propósito en las cosas que los rodean e intuir que fueron creadas para ello. Entonces, sumado a la capacidad de imaginar lo sobrenatural, observamos relaciones de causa y efecto, hallamos una armonía y un propósito de las cosas que nos rodean; como Caperucita Roja y el Lobo Feroz “los ojos son para ver”, “la nariz es para oler”, y puede continuar con “las nubes son para llover”, “el Sol es para alumbrar” contribuyendo así a un pensamiento que favorece la idea de un diseño o concepción inteligente previa del universo, la cual sólo puede ser producto de un ser superior a todas esas cosas, sin embargo, este ser supremo es de tal magnitud que su probabilidad es efímera, o totalmente inexistente.
Esta idea del Dios improbable ha sido ampliamente desarrollada por el Profesor Richard Dawkins, fundamentalmente en su bestseller “El espejismo de Dios”. Evolutivamente los niños obedecen a sus padres en actos y en creencias. Los niños creen en lo mismo (Dios) que sus padres; para el Profesor Dawkins “a los niños no debe enseñárseles qué pensar, sino cómo pensar”.
La educación y la experiencia nos enseñan a hacer caso omiso a las creencias religiosas, pero nunca las dejamos sinceramente. Debido a la fijación de éstas en nuestra especie, la incredulidad resulta ser más costosa. Los humanos podemos recordar el pasado, imaginar cómo las cosas pueden fallar, mantener relaciones con parientes muertos, anticipar futuros acontecimientos (nuestra propia muerte, por ejemplo). Es entonces cuando la vulnerabilidad humana contribuye al convencimiento y propagación de la creencia religiosa.
“La gente a veces dice: ‘debe haber algo más que este mundo, algo más que esta vida…’ vamos a morir y eso nos hace afortunados. La mayoría nunca van a morir, porque nunca van a nacer. El número de personas que podrían estar aquí en mi lugar excede el número de granos de arena del Sahara. Si piensas en todos los modos en que nuestros genes podrían permutar, tú y yo somos grotescamente afortunados de estar aquí. El número de eventos que tuvieron que ocurrir para que existamos; tenemos el privilegio de estar vivos y deberíamos aprovechar al máximo nuestro tiempo en este mundo”
Richard Dawkins
Documental "La ilusión de Dios" para la BBC
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