La primavera de 2011 ha traído especial atención a la Iglesia Católica; primero por la reciente celebración de la Semana Mayor que incluye la fiesta más importante del mundo católico: el Viernes Santo (la gente cree que la celebración más importante es la Navidad, mas no es así). Segundo, la beatificación del polaco Karol Wojtyla que marca el inicio de su causa para adquirir inminentemente dentro de los próximos años la categoría de Santo.
En este contexto clérico católico Joseph Ratzinger, máximo jefe de la Iglesia Católica bajo la figura otorgada en 2005 de Benedicto XVI, declaró durante la homilía de la vigilia pascual: “…en algún rincón pequeño del cosmos algunas especies de seres vivos capaces de razonar tratan de buscar la racionalidad dentro de la creación, o de poner racionalidad en ella. Si el hombre fuera un mero producto de la evolución al azar, entonces su vida carecería de sentido. Pero no, la razón está en el principio: la razón creadora, divina”. Tales declaraciones carecen de trivialidad. Es cierto que durante el breve pontificado de S.S. Benedicto XVI éste ha insistido contundentemente su rechazo a los avances socio-científicos como el Matrimonio Igualitario, el empleo de métodos anticonceptivos y derechos reproductivos, o las técnicas de reproducción asistida, entre otros, es decir, no hay nada nuevo bajo el Sol, sin embargo, es muy importante notar que hacía mucho tiempo que el máximo representante de los católicos no ponía el dedo sobre la yaga de uno de los debates que siglos atrás mantuviera ocupada, en principio a la Iglesia Inglesa Ortodoxa, y posteriormente a la Católica, y más tarde a (creo yo) todas las religiones: el hecho de la Evolución.
Su Santidad. olvida que su predecesor Juan Pablo II declaró que la Teoría de la Evolución es compatible con los escritos Bíblicos, haciendo una única distinción para el Ser Humano: el alma, el alma creada y otorgada por Dios. El punto aquí no es si lo pronunciado por Juan Pablo II tiene o no sentido, cualquiera, religioso o científico (muy probablemente ninguno de los dos), el punto es que Joseph Ratzinger ha comenzado a tocar las ideas restantes para dirigir el pensamiento eclesiástico católico a un escenario medieval, pasamos de la oposición a progresos sociales para continuar en contra del progreso científico.
La Evolución es un hecho comprobado científicamente, no hay otra alternativa que explique la diversidad biológica, entendiéndose que ésta no se limita a un simple número de especies de seres vivos (presentes o pasados), sino que abarca también formas de vida, acervo genético, morfologías, fisiologías, etc. “Nada tiene sentido en biología si no es a la luz de la Evolución” dijo el teórico sintético Theodosius Dobzhansky; pueden existir dudas y debates, naturales en toda ciencia, en torno a los mecanismos que producen el hecho de la Evolución, hoy día la misma Selección Natural propuesta en 1859 por Charles Darwin continúa a debate; el surgimiento de la llamada “Evolución del Desarrollo” por su abreviatura en inglés “Evo-Devo” (Evolution Development) podría, según sus investigadores afines, poner en jaque a la Selección Natural como fuerza evolutiva, pero de ninguna manera y bajo ninguna circunstancia se duda, y en consecuencia refuta, a la Evolución como un hecho que arrancó desde el inicio de la vida en la Tierra sin detenerse. Dudar de la Evolución es lo mismo que dudar del Heliocentrismo o la Gravitación Universal.
La perfección observada en los seres vivos, que ha asombrado a la especie humana desde que su capacidad de raciocinio se lo permitió, es simplemente el producto de adaptaciones que se han hecho visibles al cambio de las condiciones ambientales y que por lo tanto parecieran surgidas en respuesta a, o buscando un fin determinado. Más aún, el tiempo que el Ser Humano ha poblado la Biosfera es sólo una reciente fracción que impide observar los hechos y factores conjuntados para resultar en el paisaje biológico actual.
Para desgracia de Benedicto XVI, Juan Pablo II intentó (quizás efímeramente) conciliar las ideas científicas con las religiosas, probablemente y en parte gracias a eso, muchos católicos en el mundo aceptan la Evolución a tal grado que ni si quiera se ocupan en pensar en las contradicciones teológicas y llevan de manera un tanto extraña ambos pensamientos por separado; recitan “Creo en un solo Dios Padre todopoderoso, creador del cielo y de la Tierra, de todo lo visible y lo invisible…” y al mismo tiempo y sin ninguna dificultad contestarían que el Homo sapiens comparte un ancestro común con los primates. Juan Pablo II buscó el acercamiento con otros lideres religiosos, sin querer, Karol Wojtyla pudo haber comenzado la destrucción de las barreras entre religiones, y pensando inocentemente, también la destrucción de las barreras entre ciencia y religión para utópicamente volver al valor adaptativo original del acto religioso, la promoción de una interacción social positiva.
Intereses poderosos y desconocidos (por lo menos desconocidos para mí) llevan a Ratzinger a un descarado retroceso para la Iglesia Católica, que es, nos guste o no, una de las empresas más poderosas de nuestro tiempo. ¿Qué piensan los católicos de que, por un lado Benedicto XVI podría llevar a los altares a Wojtyla, y por el otro destruye los cimientos hechos con papel de un pequeño puente que Juan Pablo II esbozó, al retomar de ideas retrógradas y radicales?
Datos del Censo de Población y Vivienda 2010 en México dan la primera respuesta: el número de católicos va a la baja considerablemente. El Director General de “Iglesia Católica Company” y sus accionistas deben replantear la estrategia de mercado a seguir si desean que su producto continúe en circulación y generando las millones de ganancias económicas que forman parte de las arcas del corporativo en el Vaticano.
Y eso que simplemente abordamos unas simples declaraciones...