sábado, 26 de marzo de 2011

La Historia de las Cosas.



En nuestro tiempo existe una amplia difusión de esto que se ha vuelto una moda: lo natural, el ambientalismo, el recuperar los estilos de vida en equilibrio con la naturaleza; cada día además de hablarse del cambio climático y el calentamiento global antropogénico, se nos invita a consumir productos orgánicos, a reducir, reciclar, y reutilizar nuestros productos, a tener una conciencia del problema de la basura, del agua, el aire y sus contaminaciones, y a la reflexión de que solo tenemos un planeta, cuya salvación es responsabilidad nuestra como “especie dominante”, pensante, capaz de tomar decisiones que afectarán el destino de otras especies y de los lugares donde habitan.

En “La historia de las cosas” se describe la cadena de acontecimientos por las que un bien material debe pasar para su utilización por el ser humano, desde la extracción de la materia prima, hasta su final desecho una vez que ha sido usado. Se describe un perverso sistema en el que lo único que importa es el consumismo que dará ganancias millonarias a las empresas que además explotan a sus trabajadores, a los lugares de los que obtienen sus materiales, y hasta el propio consumidor al orillarlo al gasto excesivo; pasando incluso por las propias instancias gubernamentales.

Es claro que existe un desequilibrio no nada más con la naturaleza, es claro que la explotación de recursos es mayormente desproporcionada de lo que verdaderamente necesitamos consumir; también es claro que los sistemas económicos funcionan desequilibradamente, hasta injustamente, que el obrero es quien hace el mayor trabajo y el que recibe la menor paga, generando una mala distribución de la riqueza. Con campañas y documentales extremistas se pretende persuadir al espectador causándole un sentimiento de culpa como responsable directo del deterioro ambiental. Se mencionan incluso cadenas de complots gubernamentales con y para el sector privado, estando el primero al pleno servicio del segundo, y con la ayuda de los medios de comunicación. Todo lo anterior con el único fin de generar una sociedad cultivada en el consumismo, valiéndose de herramientas como la moda o los propios avances tecnológicos. Sin embargo, ya quisiera yo estudiante universitario poder cambiar mi teléfono celular por un moderno smartphone, renovar mi equipo de cómputo con la tecnología inalámbrica y de alta memoria y definición más avanzadas, sustituir mi actual reproductor de .mp3 por uno de última generación, y estar al corriente con una novedosa tablet; pero para mi mala suerte hay n-mil factores que no me permiten formar parte de esa cadena consumista que tanto nos insisten está acabando desde con nuestro planeta hasta con nuestros propios principios y modos de ver la vida y sus estilos de conducirla.

La solución que se propone para enmendar nuestra culpabilidad es al aplicar las famosas 3R, lo cual es muy acertado, pero adicionalmente se dice que debemos volver a nuestros estilos de vida que poseían una mayor sustentabilidad, abandonar el movimiento consumista y esclavizador laboral, pasar más tiempo con la familia y disfrutar de los placeres sencillos que van más allá de adquirir un bien material y cuyo costo algunas muchas veces no hay tal. Es cierto que grande es nuestra responsabilidad para con nuestro medio ambiente, pero también es cierto que con documentales ambientalistas extremos no se logra gran avance, por el contrario se fomenta una rebeldía con la aparente causa justificada de salvar el planeta y cuyas soluciones son prácticamente imposibles, es decir, no se puede volver a los modos de vivir que en un momento resultaron amigables con nuestro entorno natural porque sencillamente nuestra sociedad ya no es la misma, es cierto que con un cambio de conciencia probablemente todo vuelva a su cauce, pero hay aspectos y factores que simplemente ya no se pueden cambiar, la población ya no es la misma en número, se organiza globalmente de manera diferente e incluso persigue otros objetivos; es más bien necesario adaptar las decisiones y políticas que en pro del ambiente se generen a los tiempos modernos, a la sociedad de hoy. Si se ha tenido la habilidad para llegar a este punto de desequilibro se puede pensar que también se tiene para su remedio, el punto es pensar en frío, con claridad, con visión real, no con impulsos e ideas radicales. Una tarea poco sencilla para los temperamentos humanos.




06 de Septiembre de 2010.

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